¿Por qué, funcionando aparentemente bien una técnica, unas veces se materializa en un periodo breve de tiempo y otras veces tarda en funcionar?
A lo largo de nuestras intervenciones, el porqué unas veces funciona una técnica (EMDR, hipnosis, psicodrama…) al día siguiente o en poco tiempo y otras veces, con el mismo resultado, tarda en funcionar, es una pregunta que todos nos hemos hecho como psicólogos.
La pista del porqué ocurre esto está en el mundo interno del paciente y en poder ver éste desde dentro y no desde fuera. Desde fuera, actuamos sobre los recuerdos, las conductas y lo observable y de vez en cuando nos “toca el premio”. Sin embargo, todos hemos sido conscientes de que no sabemos bien en dónde o porqué funcionó lo que hicimos.
Este modelo de defusión cuerpo-yo (previamente presentado en el artículo “ https://aetps.es/el-cuerpo-lleva-la-cuenta-o-yo-soy-el-cuerpo/” ) explica y sirve para buscar y ver lo que hacemos sin ver directamente lo que hacemos (de momento, no vemos el interior de las personas). La división del interior del paciente se realizará a través de los siguientes conceptos:
- Yo: Que es la sensación de consciencia divisa, es decir, soy diferente a los demás.
- Forma: El yo está rodeado de una envoltura de historias que están conectadas por la forma. Gracias a esta forma, ni las historias ni el yo se dispersan en el vacío. Además, gracias a las paredes de la forma podemos poner en contacto una historia y su contraria.
- Conexión: Después de formarse el proto-yo, éste estará preparado para conectarse con los demás, el mundo y consigo mismo.
- Historias: Historias simples que se pegan al yo y forman el proto-yo.
- Envoltura: Nube de historias que cubren el yo y que crean la experiencia de proto-yo gracias a la fusión yo-historias. Podemos sentir esta nube alrededor de la cabeza. Esta nube también nos cuenta lo que podemos hacer y en lo que hemos fallado otras veces.
- Fusión yo-historias: Las historias de los niños como “Juanito es muy guapo” o “Juanito hizo esto”, con el tiempo, pasan a ser “Yo, en vez de Juanito, soy guapo” o “Yo, en vez de Juanito, hice esto”.
- Fragmentos: Las experiencias traumáticas crean fracturas en la forma. Cuantas más fracturas o de más gravedad, el yo interno no podrá ver las historias y no se formará la envoltura.
- Pegado: Es el procedimiento por el cual pegamos fragmentos después de repararlos a la forma o cuando pegamos las historias a la envoltura del yo después de crearlas o reprocesarlas.
- Defusión: es el procedimiento por el cual separamos el yo del cuerpo para poder reparar y pegar.
- Emoción del núcleo del trauma: Es la emoción que fusionó el cuerpo y el yo al ser las historias insoportables.,
Las personas que no tienen trauma complejo o trastornos de la personalidad y tienen traumas o áreas sin desarrollar muy concretas y que son funcionales en varios aspectos de su vida reaccionan de una forma diferente en terapia que los segundos y terceros.
Si a alguien que tiene miedo a decirle que no a su madre o a un amigo le tratamos los recuerdos en los que tuvo miedo a hacerlo, es probable que en poco tiempo consiga hacerlo. Si esta misma persona estuviera en medio de un proceso de divorcio, a punto de despedirlo o en medio de un problema grave económico, aunque su estructura fuera sana podría tener más problemas para hacerlo. También podría ocurrir que dijera “de perdidos al río” y que lo hiciera. Sin embargo, esto sería impensable en un paciente con trauma complejo o con un trastorno de la personalidad dependiente.
La razón es que el paciente de trauma complejo carece de envoltura (nube de recuerdos que nos da un sentido de identidad y que conforman la historia vital). Es decir, carece de unos pensamientos o recuerdos a los que mirar, tal como lo hacen otras personas. Su cuerpo está roto en fragmentos que se guardan en la envoltura. La envoltura no tiene la función de guiarle sobre lo que tiene derecho, sabe hacer, etc. por lo que le limita en su capacidad de resolución o de acción. (Apunte de paciente 1. Ver al final del texto)
Además, los fragmentos rotos tienen impresos los recuerdos de su cuerpo roto y que no son recuerdos como los “nuestros” (en breve lo explicaré con más detenimiento). Además, no se reconoce del todo en su reflejo en el espejo o directamente siente terror o angustia si mira durante un tiempo a sus ojos en el reflejo. Una persona que no se reconoce, por estas razones, no sabe quién es ni tiene un conocimiento de actuar sino de vivir en la confusión. La identidad es nuclear para el desarrollo de las acciones más banales y no digamos significativas de nuestra vida. (Apunte de paciente 2. Ver al final del texto)
Cuando tratamos los “recuerdos” del trauma complejo, podemos observar que se encuentra más estable o que está más relajado, pero no le sirve para conocerse mejor así mismo. Para conocerse más necesitará acudir a su historia, pero su envoltura está muerta, compuesta por fragmentos con recuerdos impresos, y no le ayudará en el futuro para saber quién es. Por eso trabajar los recuerdos en el plano racional aporta calma a la persona, pero no lo recompone.
La persona necesita de una piel fina le sostenga y le permita que las palabras no le dañen en su cuerpo roto y sin piel. Reparar la forma del cuerpo mediante los fragmentos rotos y depositados en la envoltura (en la envoltura debería haber recuerdos que den la sensación de tener una historia y, por ende, una identidad) crea esta sensación de “piel” y de cuerpo funcional que no duele intensamente a nivel emocional. Reparados, con forma, y con una envoltura, se puede adentrar en su mundo interno y recuperar a su proto-yo inerte y darle vida con nuevos recuerdos que formen la envoltura.
Un paciente me decía que empieza a conocerse como persona, mujer que gusta y otros aspectos cuando ha empezado a crear una nueva envoltura de recuerdos. Esto ocurrió a partir de convertir “lo malo” que habitaba en ella en bueno, ya que en realidad siempre fue bueno (una forma de “volver a nacer”).
Sin embargo, está de acuerdo en que los recuerdos pasados sirvieron para reparar su cuerpo-forma, pero no sirven para formar parte de su identidad-historia-pasado. Su pasado empezó con este “renacimiento” y al recuperar una identidad a la que acudir es capaz de mirarse a los ojos en el espejo sin entrar en la más profunda de las oscuridades.
Previo a esta transformación de lo malo en bueno, reparamos el cuerpo roto y en carne viva con los recuerdos de su pasado. Sin embargo, estos recuerdos no forman parte de su historia biográfica-emocional sino que una vez reparan el cuerpo (una paciente al reparar sus recuerdos notaba como su cuerpo “curaba” y le dejaba de doler en la zona de las piernas en la que recibió el trauma sexual) se preparan para crear una historia emocional biográfica desde cero.
La integración de recuerdos malos y buenos respecto a una persona o situación nos da también resultados no esperados. Podemos integrar los recuerdos buenos y malos de un padre, por ejemplo, pero en unos casos la persona se encontrará más regulada, y en otros se podrá encontrar mejor y al tiempo peor (esto suele ser indicativo de recuerdos reprimidos).
La razón de que esto no funcione como se esperaba es que los recuerdos no son buenos ni malos. Los recuerdos están muertos y si el padre sigue vivo tendrá que reparar y construir una relación desde cero. La desconfianza no se repara en estos casos: se construye. Recordemos que hemos reparado la forma rota del cuerpo-yo y no hay envoltura de historias que la sustente por lo que hay que construirla. Si por ejemplo tengo un recuerdo bueno de mi padre en el campo y otro malo de cómo me gritaba, podré reparar y unir los dos fragmentos, pero no dará lugar a un nuevo comportamiento sensación-solución. En palabras de una paciente “Es como cuando sacas un pincho. Sigue doliendo, pero notas el alivio del vacío.” Es decir, este “hueco que deja” no genera ninguna solución excepto que empecemos a trabajar con historias de logro que creen una envoltura sana y no una vaciada por haber quitado todos los “pinchos”.
Pero ¿Por qué se produce esta muerte de la envoltura, o recuerdos de la historia de vida de la persona? Para explicar esto voy a hacer una contraposición con el TLP.
En el trauma complejo, la persona ha sufrido un daño temprano, prolongado y severo en la primera parte de la vida. El resultado es un cuerpo que siente multiplicado por 20 (es una forma de hablar). Si tú sintieras el miedo y la tristeza multiplicado por 20, buscarías una forma de anestesiar esta insoportable sensación. La solución sería apartar la nube de recuerdos de tu historia vital (envoltura), anestesiar las sensaciones y como resultado de esto, según mi teoría, fusionarte con el cuerpo.
El vacío en el trauma complejo viene unido a la angustia de volver a sentir o recordar lo que pasó y lo muy malo, indigno… que uno es. Por esa razón algunos traumas complejos se comportan igual que un TLP respecto al sexo y las adicciones, aunque en el trauma complejo es por la necesidad de anestesiar y en el TLP por la necesidad de sentir (es cierto que se dan situaciones de revertir la anestesia sin sentir mucho o de dejar de sentir la ansiedad, pero mediante una sensación más fuerte).
En el TLP el problema es diferente porque lo que provoca el vacío es no sentir la conexión con lo poco que se es ya que eso les provoca la sensación de desaparecer y de no ser. En medio de la desesperación el TLP intenta practicar sexo, drogarse o hacer daño a los demás con la intención de sentir que su cuerpo está vivo. Una paciente me explicaba que cuando estaba mal veía su cuerpo muerto en el reflejo del espejo.
Lo curioso es que algunos TLP no solo reconocen su reflejo si no que éste les gusta, y pueden mantener relaciones sexuales con otros o ellos mismos y disfrutar. Algo que sería impensable para un paciente con trauma complejo que no se ven ni se reconocen ni se gustan en los espejos.
El tener el cuerpo muerto, insensible o inoperante podría ser la razón por la que los TLP no integran los recuerdos de la envoltura. Pues al no tener cuerpo que “viva” este no puede integrar lo bueno y lo malo de los demás ni de ellos mismos.
La paciente que me decía que veía su cuerpo muerto en el espejo empezó a integrar sus recuerdos y lo que era ella después de una hipnosis. Ella dejó en una forma a la izquierda su cuerpo muerto y en otra forma metimos a su mente (ya que decía que solo su mente podía sanar), su “cuerpo físico“ y un sol. Al momento se reguló de su sensación de vacío al parecer su cuerpo muerto y al día siguiente además de poderse ver en el espejo podía entender que a veces era buena y otras mala, y que formaba parte de ella en total. Lo que parece indicar que la envoltura de recuerdo presente en el TLP necesita de un cuerpo “vivo” que ponga en contacto lo bueno y lo malo de las personas y de uno mismo para una visión integrada de la realidad.
Una explicación podría ser que gracias a un cuerpo en un recipiente sin tinieblas podría permitir el ver y conectar gracias al cuerpo los diferentes recuerdos y conceptos opuestos. Esto podría desconectar la lucha interna en el TLP de lo bueno y lo malo y su problema básico de identidad: no saber si es bueno o malo, egoísta o desinteresado…En contraposición, el Trauma complejo no sabe quién es y punto. No tiene problemas en decidir si es esto o lo otro ya que la envoltura esta “muerta”.
En un trauma complejo la solución sería ir “arreglando” esos recuerdos fragmentos para reparar la forma y cuerpo y poder crear así una envoltura de recuerdos nuevos que den lugar a una envoltura primitiva. ¿Podría ser que se necesite crear un cuerpo primitivo para los TLP que permita la integración y un sentir primitivo que no conduzca al vacío? Sí, necesitan de un cuerpo, envoltura que sostenga su existencia, ya que la ausencia de una envoltura que los arrope, el “frío” es la tónica de su existencia, una existencia inerte, que se puede ir sanando con ir dando poco a poco con la recomposición de fragmentos, la creación de una “manta” prenda o piel que lo proteja, y le invite a salir de su estado de letargo, de ser inerte a ser capaz de mirar más allá de su oscuridad y ponerse en pie …. Y poco a poco, salir … salir de su oscuridad al mundo con la confianza y ya por fin esa envoltura que todo niño necesita (protección y defensa, porque ya tengo una barrera de soy-son… puedo poner una línea que me distinga, y comenzar a descubrir mi yo, y a no anularlo sino fortalecerlo: Empoderar)
Además, en el TLP hay una lucha entre lo bueno y lo malo intrasiquicamente, mientras que en el trauma complejo el actor y el yo “malo” están colaborando o fusionados dentro, por lo general. En el TLP, el enemigo está fuera, y en el trauma complejo, el enemigo está dentro.
Por esta razón, es imprescindible hacer las paces en el TLP en la lucha interior y hacer la transformación de lo malo en bueno en los traumas complejos después de reparar la forma. Así podremos darle al nacimiento de lo bueno la oportunidad de disfrutar y vivir durante la construcción de una envoltura nueva.
En el trauma complejo, una vez reparado el cuerpo con los fragmentos de la envoltura, podemos crear una envoltura de recuerdos actuales que guíen al proto-yo, una vez convertido lo malo en bueno, a realizar su vida con sentido de hacerlo el mismo. Una vez llegados a este punto, cualquier hipnosis o tarea será llevada a cabo con la inocencia que presentan los traumas complejos cuando empiezan a vivir.
Da igual que empiecen a vivir con su proto-yo a los 15, 30, 40, 50 o 60 años. Todo tendrá el color y la sensación de lo nuevo revestido por esa inocencia que siempre les caracteriza. Recordemos que murieron, acaban de nacer.
Para finalizar, es necesario recordar que la integración básica y provechosa en los neuróticos y TLP respectivamente (1) no es real en el trauma complejo. En lo trauma complejo, la integración no es más que juntar “piezas” reparadas para sanar la “forma” del cuerpo y poder generar la envoltura.
(1): En los TLP la integración suele servir para un área muy concreta, pero que no se generaliza con facilidad. Un ejemplo concreto sería un TLP que agrede a su pareja mientras descansa y ve la televisión y que después de una hipnosis con una solución de integración le deja de agredir mientras ve la televisión, pero no cuando descansa sentado en una silla. Desde mi experiencia, cuando el cuerpo está más “vivo o normalmente vivo” éste podría servir de conexión para generalizar lo aprendido o reparado.
Apuntes hechos por pacientes que han leído el artículo:
Apunte 1:
Realmente al no tener envoltura que lo proteja, está inerte, pues la carencia de “protección” frente a lo externo, le obliga a mantenerse en latencia y dentro de sí mismo, anulando completamente su yo. Nada lo protege, nada hay que proteger. Sobrevivir a los ataques de lo externo, es no existiendo. Sino existo, no siento, no sufro. La carencia de envoltura que cumpla su función, obliga a buscar otro modo para no sufrir, como todo niño, sino me ven, no me dañan (si me tapo los ojos y no veo, no me ven). Si me hago el muerto, no me dañan, no duele. Y esa técnica con el paso del tiempo, es la propia existencia, la identidad de la que se carece, pues fusionas ese estado con tu ser, y eso pasa a ser para ti lo que eres, porque es tu normalidad.
Apunte 2:
Sin identidad no hay vida, eres un fantasma (el libro de momo y los hombres de negro), nadie te ve, no te ves, no existes, estás muerto. Sólo actúas pero sin consciencia real de nada en lo que haces. Como un autómata. Y cada sentimiento lo anulas porque no lo gestionas y te abruma. Bloqueas el poder sentir, pues no es un derecho para alguien muerto.
Alejandro González
- Psicólogo General Sanitario colegiado M-25884. Consulta privada.
- Experto en hipnosis clínica (UNED)
- Master en Investigación en Psicología (UNED)
- Experto en terapia familiar sistémica (CISAF).