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PSICOEDUCACIÓN TOC

Las personas que tienen sintomatología TOC presentan una alteración en los circuitos
corticoestriatales, eje que conecta tálamo, córtex orbitofrontal y ventromedial y el cuerpo estriado. 

La patofisiología del TOC proviene de un balance incorrecto de ambas vías. En el
TOC hay una mayor influencia de la vía directa que acabaría produciendo una mayor actividad talamocortical. La hiperactividad de esta vía provocaría una mayor consciencia para temas como el peligro o la higiene (temas típicamente obsesivos), obligando al sujeto con TOC a responder con comportamientos ritualizados y haciéndole muy difícil cambiar el sentido de su conducta hacia comportamientos más adaptativos.

La inhibición cognitiva, proceso para poder frenar el pensamiento y pasar a otras cosas, está dañada en las personas con esta dolencia. Las personas con TOC entran en bucles que suponen altos costes emocionales y físicos.

Lo paradójico es que eso que “hacen” (ya sea pensar o la acción/es concretas que
necesitan llevar a cabo) en algún momento calmó el malestar, pero con el tiempo resulta muy
incapacitante, ya que cada vez necesitan hacerlo más para obtener el mismo resultado. Suponen entonces una estrategia de regulación emocional que se ha convertido en una trampa, en una adicción.

Lo que alivió el malestar quedó aprendido por un simple mecanismo de aprendizaje vicario del que no se tiene consciencia, anclado al Circuito de la Recompensa de los ganglios basales.

El origen de este desequilibrio o mecanismo defectuoso puede encontrarse, además de en una tendencia genética que predispone a este trastorno, en cómo se construyeron algunas de las áreas del cerebro en la infancia, con sus figuras de apego.

Recordemos siempre que el sistema de apego no supone amor, sino un programa biológico innato que supone la búsqueda de seguridad (Conexión cálida y predecibilidad de la conducta de los cuidadores). Las personas que sufren TOC muy probablemente no pudieron regularse con sus figuras de apego de forma adecuada. En muchas ocasiones fueron progenitores que hicieron todo por ellos pero sin ser capaces de ser sensiblemente responsivos a sus necesidades.

Los vínculos debieron suponer inseguridad y la maduración e interconexión de diferentes áreas se vio comprometida. Los patrones de apego inseguro en primera infancia suponen la activación repetida del circuito del pánico. Y por ende una hiperactivación del sistema simpático del sistema nervioso autónomo continuada.

Sabemos a día de hoy, que todo lo que ha ocurrido con mucha frecuencia en nuestro cerebro, va a tender a repetirse automáticamente. Con lo que las personas que sufren síntomas TOC van a ser personas que la edad adulta necesitan hacer continuamente cosas. Son personas que están continuamente hiperactivadas en esa necesidad inconsciente de controlar, es decir son obsesivas, rígidas y metódicas y los niveles de ansiedad fisiológica son muy elevados.

Las estructuras cerebrales que son disfunciones en el TOC, entre otras, son:

  -El córtex frontal. Responsable de las funciones ejecutivas del cerebro. El director de orquesta.

El área orbitofrontal madura en conexión con la madre durante el primer año de vida. Se ocupa de la detección de errores y si no ha podido madurar adecuadamente es la responsable de que las personas con TOC duden continuamente de sus decisiones, están muy preocupados por que estas decisiones sean las justas o adecuadas

  -El centro de la recompensa también está dañado en las personas con TOC. Existe
un problema con la dopamina que se produce en los ganglios basales.

Es posible que en la primera infancia no se permitiera una adecuada
experimentación/exploración, con lo que el impulso o la frustración que regula el
alejarnos / acercarnos a algo no está bien estructurado. Ello explicaría el
mecanismo adictivo producto de la estrategia de regulación fallida

  -La amígdala: Regula la respuesta a estímulos potencialmente peligrosos físicos o emocionales. 

Debieron ser niños con mucho sentimiento de culpa, preocupados por no hacer nada inadecuado que les supusiera el peligro de ser rechazados. Niños excesivamente mentales y rígidos. En este sentido, en la relación con los cuidadores sintieron que debían controlar su conducta para evitar:

– El rechazo de unos padres excesivamente culpabilizadores y/o estrictos con dificultades
para sintonizar y ayudarlos a regularse.
– O bien, sintieron que no debían disgustar a sus padres ya que los percibían como débiles o
frágiles emocionalmente y hacer algo inadecuado ponía en el peligro la conexión con
ellos.

Al principio de este texto mencionábamos que en el cerebro de las personas con TOC
existe una gran dificultad en poner en marcha los mecanismos de inhibición cognitiva. Manuel Hernández, psicólogo y biólogo creador del modelo de intervención terapéutica PARCUVE, ha observado en su práctica clínica, que la gran mayoría de personas con TOC fueron niños que tenían dificultades para dormir. Tales dificultades para dormir son coherentes con la hiperactivación de su sistema de alerta, su sistema límbico, por las circunstancias de apego que se daban.

Estos niños sintieron que debían renunciar a pedir el apoyo en la regulación para
poder calmarse a la hora de conciliar el sueño debido a que temían la respuesta de
sus cuidadores o los sentían frágiles.
En ese momento recurrieron a la regulación a través del pensamiento y eso fue “el
huevo de la serpiente “. Ese mecanismo se instaló como su estrategia fundamental
de regulación emocional y provocó la descompensación de los circuitos
corticoestriatales:

– Disminuyendo la actividad de la vía indirecta y dificultándose la inhibición cognitiva.
– E hiperactivándose la vía directa que aumenta la activación tálamocortical y con ello los bucles compulsivos.

Para terminar, las personas con una estructura de base obsesiva pueden desarrollar los síntomas TOC a raíz de un acontecimiento traumático. Situaciones fuertemente estresantes donde hayan tenido miedo de perder el control y a hacer algo inadecuado o por las que se hayan sentido muy culpables puedes desencadenar con síntomas TOC. En esas situaciones el sistema colapsa y se instala la compulsión cómo mecanismo de regulación emocional.

Es muy habitual que los síntomas debuten entre los 19 y los 23 años de edad con la maduración del lóbulo frontal, pero también puede darse ese inicio en otro momento de la vida en conexión con una experiencia traumática. Ya existía una base de obsesiones y/o comprobaciones que puede parecer que aparecen de forma sorpresiva, pero lo que realmente ocurre es que se acentúa con la experiencia traumática.

 

Bibliografía:

Hernández, M. (2019) Apego, disociación y trauma. Ed. Desclee de Brouwer.

Marco Del Giudice. (2018) Evolutionary Psychopathology: A Unified Approach. Ed. Oxford University Press

George Koob, Michel Le Moa. (2005). Neurobiology of Addiction.

Panksepp, J. (2004) Affective Neuroscience : The Foundations of Human and Animal Emotions. Ed. Oxford University Press

 

Lidia Claudel

Psicóloga especializada en el ámbito perinatal. Terapia infantil y de adultos. Formación en terapias enfocadas al abordaje del trauma (EMDR nivel I, modelo PARCUVE y técnicas somáticas) Formación en terapia de corte Humanista, terapia Sistémica, Neurociencia, Programación Neurolingüística, Psicología del Apego y Mindfulness

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