Neurobiología del abuso sexual infantil

LAS CONSECUENCIAS NEUROBIOLÓGICAS DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL 

Para que podamos hacer frente con datos científicos a aquell@s que todavía creen que abusar de un niño o una niña no les dejará secuela, para aquell@s que aún creen que por ser pequeñ@ no se enterará, que se les olvidará, para seguir luchando con todas esas creencias erróneas de justificar o de ocultar lo injustificable, para seguir implicando a tod@s en esta lucha. 

Para que los padres, abuelos, tíos, padrastros y demás abusadores y perpetradores dejen de auto-engañarse y auto-excusarse. Para que las madres, abuelas, tías, docentes… rompan el silencio y abran los ojos a una realidad terrible. Para que comprendan que están dañando seriamente y a veces irreversiblemente la salud física y emocional, neurobiológica, social, de esa niña, niño, de su hija, de su hijo, de su nieta, de su nieto… RECORDAMOS :

  • Que el abuso sexual no es un juego
  • Que los niños y niñas no están en igualdad de condiciones
  • Que no hay modo de enmascarar o de “disfrazar” la verdad: el abuso sexual infantil daña seriamente el cerebro, la salud y la vida de quien lo sufre
  •  

Para explicar lo anterior os proponemos reflexionar sobre lo siguiente:

¿Qué pasa en el cerebro cuando una mujer violada o una niña/niño abusad@ sexualmente no puede huir, gritar, atacar?

¿Por qué cuando intentan contar este suceso tan terrible es un relato incoherente, a veces sin sentido, hay trozos que no recuerdan, por qué no tiene pies ni cabeza?

En el esquema que encontrarás a continuación se explica que NINGUNA VICTIMA DE ABUSOS SEXUALES O VIOLACIÓN SE INVENTA EL RELATO, ninguna víctima se queda en una situación así porque le apetezca.

Hay una explicación fisiológica, vital, que se activa para la supervivencia.

La víctimas no pueden huir, ni atacar, ni gritar, no pueden recordarlo bien, no pueden casi ni contarlo, porque su sistema nervioso le impide tomar el control consciente, de una situación que daña del modo más terrible la integridad moral y física de la persona, la dignidad, atenta a lo más profundo de un ser humano… Y le hace sentirse como un objeto.

Una experiencia horrible que deja a la persona, sea adulta o menor -y durante toda su vida si no encuentra el apoyo necesario- en una situación de colapso nervioso.

NO ES QUE CONSIENTAN, NO, ES QUE ESTÁN ATERRAD@S, PARALIZAD@S DE TERROR.

Para que haya abuso sexual no hace falta que haya habido violencia física, aunque el propio abuso es violencia, a pesar de las artimañas de estos perpetradores, abusadores, para disfrazar de “amabilidad” y “juego” lo anormal, lo que NUNCA SE DEBE HACER A UN NIÑO, NIÑA, incluso aunque lo vivan como un acto de juego o amor, el sistema nervioso sabe que es algo desadaptatativo, que es algo PELIGROSO, que es algo que pone en peligro de muerte lo más valioso que tenemos, nuestra salud y que además ROMPE lo segundo más valioso que tiene el humano su integridad, su dignidad, su propia identidad.

Sandra Rosa Aragón

Sandra Rosa Aragón

Psicóloga sanitaria y Neuropsicóloga clínica.
Nº colegiada: AO08574 en el Centro Psicológico Manuel Hernández, Málaga.
Doctorada en Psicología de las Emociones, Máster en Inteligencia Emocional, Experta en Educación Familiar y Social, Experta en Mindfulness para Psicólogos clínicos. Máster en Neuropsicológica clínica Infanto-juvenil. Postgrado Modelo PARCUVE (cursando actualmente)
Especialista en Trauma Psicológico y Apego tanto en niños como en adultos. Prevención, Detección e Intervención en abuso sexual infantil. Trastornos del neurodesarrollo y trastornos internalizantes y externalizantes.

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