Definimos el apego como la relación especial e irremplazable que se da entre un sujeto y otra persona. Este apego se puede dar en la infancia entre padres e hijos y otros familiares o personas cercanas. En la edad adulta se dará con otras personas que se eligen como compañeros de vida, tanto amigos como parejas románticas.
Los circuitos cerebrales que coordinan, y que determinan, las relaciones de apego en la infancia son idénticos, por lo que sabemos, a los que se dan en las relaciones de pareja que se establezcan a partir de la adolescencia. Estas vendrán muy condicionadas por las experiencias tempranas de apego, con los cuidadores, en los primeros años de vida.
Mary Ainsworth desarrolló en los años 70 del siglo pasado el experimento de la “situación del extraño”. En éste se observa a niños de tan solo un año de edad. Se hace a la madre jugar con el niño y pasados unos minutos, marcharse y volver a entrar. En base a las respuestas de los niños se les clasificó en cuatro grupos:
Apego seguro: El niño llora y se calma rápidamente cuando la madre vuelve al reencuentro
Apego evitativo: El niño presenta una reacción pobre o indiferente cuando la madre vuelve a reunirse con él.
Apego ansioso o ambivalente: El niño se muestra muy agitado cuando la madre vuelve y esta es incapaz de calmarlo. El niño o niña no encuentra consuelo en volver a reunirse con la madre.
– Apego desorganizado: El niño muestra reacciones muy extremas como acercarse a la madre y salir corriendo en dirección contraria inmediatamente, pegarle a la madre o pegarse él, etc.
Posteriormente, estas clasificaciones del apego realizadas para niños de un año de edad se adaptaron a lo que conocemos como “apego adulto”. Es decir, las relaciones románticas y de amistad entre personas adultas, aunque también son extrapolables a relaciones sociales, laborales, etc. En el caso de los adultos la evaluación se realiza mediante una entrevista conocida como “entrevista del apego adulto”.

Sabemos que este experimento, que insisto, que se realiza con niños de un año de edad, permite predecir el tipo de apego que tendrán en la edad adulta con un 80% de certeza. Esto significa que la forma de abordar las relaciones en la infancia determinará la forma de construir las relaciones en la edad adulta.
En algunos casos, ya como adultos, la propia relación romántica puede hacer que las personas pasen de un apego inseguro a otro que conocemos como “seguro adquirido”, pero en este artículo nos centraremos en las relaciones tóxicas que se establecen en la edad adulta.
Las personas que no han aprendido en la infancia a confiar en sí mismos como fuente de regulación, o no han aprendido a confiar en que los demás pueden ser una fuente de seguridad y confort podrán desarrollar estrategias para relacionarse que sean patológicas, y que acentúen aún más su disconfort a la hora de relacionarse. Sería un círculo vicioso de errores y malestar.
A grandes rasgos, en estas relaciones tóxicas, encontraremos en los adultos diferentes tipos de personalidades disfuncionales en función del apego que se desarrolló en la infancia:
– Apego evitativo
o Cuidadores compulsivos o co-dependientes. Son las personas que sienten que solo serán respetados o queridos si hacen algo por los demás. Es decir, sólo se sienten bien cuando son útiles cuidando de los demás.
o Promiscuos compulsivos. Estas son las personas que tienen muchas relaciones, sociales o sexuales, pero sin profundidad ni intimidad. Pueden tener muchos amigos o amantes, pero con ninguno tienen una confianza verdadera. En algunos casos pueden ser personas que sólo ven pornografía, o sólo tienen relaciones sexuales virtuales o con prostitutas.
– Apego ansioso
o Controladores: Son aquellas personas obsesionadas con controlar a los demás, tienen mucho miedo a la pérdida afectiva. Fingen ser muy seguros de sí mismos, bajan la autoestima de los demás para poder controlarlos mejor y asegurarse su control.
o Dependientes: Son aquellos que son sumisos y obedientes. Tienen mucho miedo a la pérdida afectiva y hacen lo que sea para no ser abandonados. Incluso pudiendo llegar a tolerar el maltrato psicológico y/o físico.
Diremos que estas personas son de apego desorganizado cuando alternen entre unas estrategias y otras, o bien sean muy extremos en estas conductas a la hora de relacionarse con los demás. Para poder entender mejor estas dinámicas en las relaciones, he creado el triángulo del trauma donde se ven algunas formas de relaciones patológicas:

Este triángulo no es estático, una relación puede comenzar que una persona es co-dependiente y otro como dependiente y con el tiempo éste último exigir cada vez más atención, cuidados, dinero, etc. Y pasará al estado de controlador.
En otros casos, una relación puede comenzar de forma sana, y por diferentes circunstancias uno toma el rol de cuidador o de controlador o de dependiente y no se puede volver a un equilibrio que sea sano, en el que los dos encuentren confort y bienestar en la relación.
También puede ocurrir que uno que aparenta ser sumiso y dependiente al comienzo de la relación consiga cada vez más poder sobre el otro y pase a ser un controlador, poniendo al otro en el papel de dependiente o generador de recursos y co-dependiente.
Respecto a los promiscuos compulsivos, si bien se relacionan desde la distancia afectiva, si sienten que pueden perder definitivamente a su pareja pueden volverse muy dependientes o controladores, durante un tiempo, hasta que consigan que la otra persona vuelva a depender de ellos, para regresar a su estado natural. Distanciarse emocionalmente.
Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido que estábamos inmersos en una relación tóxica con algún familiar, algún amigo o amiga o pareja. Conocer los patrones de relaciones tóxicas y nuestra propia historia nos ayuda a ser más sabios y mejores personas.
Lo más importante es la reflexión sobre nuestra historia, y no creer que una infancia difícil nos determina. El tipo de apego en los primeros años de vida nos condiciona, pero tenemos la posibilidad de cambiar mediante relaciones de pareja sanas, terapias, buenos amigos, etc.
Me gusta decir que, una infancia difícil condiciona quienes somos, pero no determina quienes seremos.

Manuel Hernández Pacheco
Soy el presidente de AETPS y creador del modelo Parcuve.
Estoy licenciado en Psicología y Biología. Y soy autor de tres libros:
- Apego y psicopatología
- ¿Por qué la gente a la que quiero me hace daño?
- Apego, disociación y trauma
Un comentario
Es muy importante y construyente el apego en los primeros meses de vida para la personalidad. Esta clasificación ayuda mucho para hacer conciencia del quien soy el día de hoy y con esto estar en la posibilidad de el que seré el día de mañana. Haciendo conciencia, podremos buscar los apoyos necesarios. Es por ello que estoy completamente de acuerdo con el último párrafo de su escrito. “ Me gusta decir que, una infancia difícil condiciona quienes somos, pero no determina quienes seremos”.