La palabra trauma proviene del griego y significa “herida. Un trauma psicológico, por su parte, es un acontecimiento inesperado o constante, que en todos los casos sobrepasa la capacidad del individuo para poder tolerarlo. Como nos gusta decir “una experiencia se puede convertir en un trauma o en un aprendizaje”.
Estos traumas o “experiencias no óptimas”, pueden darse en cualquier edad, puesto que las necesidades y recursos de las personas varían a lo largo de la existencia. Y pueden ser intensos como por ejemplo, un abuso sexual en la infancia, o leves pero continuados, como por ejemplo una inversión de roles.
En todos los casos la energía que se pone en “sobrevivir” no se podrá poner en “vivir”, provocando sensaciones de culpa y vergüenza, miedo a que se den situaciones parecidas y a problemas para sentirse con una identidad formada y madura.

Existen múltiples herramientas para poder trabajar el trauma psicológico, en este caso queremos compartir un cuestionario de Horowitz, que mediante diferentes cuestiones permite hacer una evaluación de síntomas asociados al Trastorno de Estrés Postraumático tanto reciente como en la infancia. Lo que se conoce como trauma simple o complejo respectivamente.
Cuando una persona ha sufrido traumas puede sentir alteraciones a nivel de la percepción, somáticas, en sus cogniciones, en su capacidad de reflexión, en forma de síntomas y/o intrusivos. Estos tienen una correlación directa con diferentes órganos que se ven afectados durante el proceso del trauma. Se puede leer más aquí en este post sobre neurobiología del trauma.

Podríamos decir que el trauma afecta a diferentes áreas de la integridad de la persona que pueden ser principalmente:
– Problemas somáticos: Incluyen dolores, inflamaciones, trastornos digestivos, problemas de apetito, problemas de sueño, etc…
– Problemas sexuales: Un trauma puede producir alteraciones en las relaciones íntimas en forma de problemas de impotencia o vaginismo, adicción al sexo, parafilias et…
– Problemas cognitivos: Suelen producirse dificultades en la concentración, capacidad de estudiar o de recordar. A veces pueden provocar mucha rigidez mental o excesiva impulsividad.
– Problemas emocionales: Un efecto presente constantemente en personas con trauma, es la dificultad de regularse emocionalmente en situaciones que no suponen un gran estrés. Esto dificulta mucho el desarrollo de actividades diarias muy básicas.
Tras una situación de trauma psicológico, el cuerpo puede quedar sometido a un funcionamiento de supervivencia. En esos momentos, el cerebro debe decidir en dar la respuesta posible, no la más adecuada para nuestra supervivencia.
Lo que sería adecuado en una situación de peligro, en la que nuestra vida dependa de nuestra respuesta de lucha/huída, resulta inadecuado en situaciones futuras donde lo que se puede requerir es reflexión o calma. Esto puede llevar a una sensación de perder el control o de no saber “quien soy yo”.
Al mismo tiempo, muchas de las cosas que nuestro cerebro, que ha sufrido un trauma, hace para mantenernos en alerta conllevan sensaciones extrañas para la valoración de lo que consideramos normal. Estas respuestas biológicas adaptativas en situaciones de peligro, no lo son en momentos de disfrute, trabajo o relaciones sociales.
La evitación y/o reexperimentación del hecho traumático, la disociación, son conceptos para poder entender a la vez, el poder de nuestro instinto de supervivencia y la capacidad de nuestro cerebro “más primitivo” de provocar respuestas difíciles de comprender para nuestro cerebro más reciente evolutivamente o cognitivo.
Comprender la importancia de las memorias traumáticas, frente a las memorias normales, y el funcionamiento de la fisiología del cerebro, nos puede ayudar a comprender en nuestro día a día, el funcionamiento de nuestro complejo y a la vez simple sistema nervioso,

El cuestionario para la evaluación del trauma psicológico de Horowitz, que puede descargarse a continuación, resulta una herramienta indispensable para poder evaluar diferentes síntomas relacionados con el trauma psicológico y poder decidir así el tratamiento más adecuado y su secuencia.
Sin duda una herramienta indispensable para psicólogos, psiquiatras, y otros profesionales interesados en poder ayudar a personas que han sufrido traumas en su infancia o en su edad adulta.

Manuel Hernández
Soy el presidente de AETPS y creador del modelo Parcuve.
Estoy licenciado en Psicología y Biología. Y soy autor de tres libros:
- Apego y psicopatología
- ¿Por qué la gente a la que quiero me hace daño?
- Apego, disociación y trauma

Sara Ruíz
Psicóloga Sanitaria. Terapeuta Neurofeedback. Psicoterapeuta de adultos, niños y adolescentes. Formada en análisis funcional de la conducta, Apego, trauma y reparación del vínculo. Coordinadora de la Unidad infanto juvenil del Hospital de La Salud en Cádiz. Experiencia con niños en acogida y/o adopción y sus familias

David Briet
Psicólogo de formación.He trabajado como educador social, terapeuta infantil y juvenil, familiar. Actualmente haciendo de psicólogo en un servicio de atención a mujeres que han vivido malos tratos y de psicólogo en ipside, en Mataró, cerca de Barcelona.